No de lectores anónimos

29 de julio de 2010

Casi que no acabo, pero al fin culminé "el libro de los amores ridículos" sigue siendo increíble como Milan Kundera retrata las relaciones humanas de manera tan mimetica, aterradora y real.
Definitivamente el amor es una cosa ridícula, y tal como las cosas ridículas al romper en lo cotidiano se cargan de un valor que las vuelve extraordinarias.
En la tarde estuve durmiendo un buen rato, después empecé "la inmortalidad" y acabé el primer capítulo donde la protagonista es Agnes una tipa que bien podría ser "novia" de Sabina (jajaja) son tan parecidas, pero esta está casada y ya no sólo se pregunta por el Kitsch y la levedad, sino por el papel de dios, del extraterrestre y de lo desconocidos que somos ante nosotros mismos, de repente se me ocurre un ejemplo: Imaginese usted que ha estado en como durante 20 años, en el momento de quedar en como usted es un chiquillo y al abrir los ojos ¡ya tiene 30 años! ¿cómo se sentirá eso? o también vivir en alguna parte donde los espejos no existan, uno por "principio de identidad" o buscando el yo, seguro se forma una cara en la mente de uno mismo, pero digamos que por casualidad después de muchos años tenemos acceso a uno, ¿qué veríamos ahí? ¿somos lo que nos formamos en la cabeza?.
El papel de rostro en este libro según percibo es de papel relevante.
Ahora mi manifestación ideal se construirá a partir de: Agnes, Georgia, Liv, Sara, Sabina...
Ya es bastante conocido que en mi mundo real, ninguna se asemeja ni en belleza, ni en inteligencia ni en mucho menos erotismo a alguna de las anteriores.
Tengo una novia que más bien parece una amiga lejana, un tal vez que tal vez nunca pase de eso, una oportunidad que al ser como las flechas y los rayos perdió su fulgor con el pasar de los años. En pocas palabras, estoy sola.
Cosa que en el fondo tal como a Agnes, aunque ella si está casada y por ende "acompañada" en el sentido más Kistch, le pone feliz, tal como cuando miraba por la ventana y se perdía en los paisajes helados y hermosos quizás en Zurich o Ginebra o Brienz en pleno corazón de los Alpes Suizos.
Yo ni estoy en Suiza, nada más quisiera yo, pero si me satisface enormemente el paisaje que se divisa desde mi ventana, por una parte un barrio y por la otra el verde una montaña que cuando amanece nublado me hace sentir muy lejos de aquí, ¡hasta me imagino la chimenea! jajaja.
Ayer en la tarde me fui a terminar "el libro de los amores ridículos" en la Universidad mientras esperaba a Miguel, después me senté un rato en uno de los muritos llegó Roberto y nos pusimos a hablar de "la montaña mágica" el ya va más allá de la mitad y me cuenta que aún no ha pasado nada extraordinario, lo único que ambos hemos notado es el concepto de tiempo que se maneja con otras propiedades.
Llegó Migue, compramos un seixpack y nos vinimos para mi casa a oír rock en español, luego aguardiente y para que relatar lo de siempre, me prendí y discutí con Paola toda la noche.
No sé que pensar, ni que afirmar, no sé nada al respecto... sólo que al leer ciertas cosas me siento identificada y me muero de la risa. Sigo sacando máximas y proverbios al lado de las lecturas, sólo para luego intentar aplicarlas a la vida.
Me vi "la noche de los lapices" tremenda película, terminé llorando "rasguñando las piedras" y pensando "en la canción para mi muerte".

No hay comentarios: